26 de diciembre de 2007

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Ensayo sobre la problemática social de la pobreza: un infierno arbitrario

Borges, en su ensayo “La duración del infierno”, discute con los conocimientos teológicos cuando niega que el “lugar de castigo para los malos” sea eterno pues dice que la inmortalidad es una bendición de Dios y está reservada para los que la merezcan (es decir, quienes hayan vivido de acuerdo a las leyes divinas).No voy a cuestionar ni a la religión ni a Borges, pero es necesario dejar en claro que existen en la tierra varios ejemplos cotidianos de lo que constituye un infierno arbitrario, no merecido y de una continuidad insoportable para la humanidad: me refiero a la problemática social de la pobreza, la indigencia y sus consecuencias. Cuando lo real se nos manifiesta de manera injusta, diabólica, con esta dificultad imposible de esquivar, se hace necesaria la apelación a lo puramente imaginario de los sueños como medio de escape porque esos momentos de relajación y descanso son un estado ideal que renuevan las esperanzas que nos ayudan a enfrentar la realidad. Me propongo dar cuenta de la oposición realidad/sueño como un viaje de lo infernal (desagradable) hacia lo puramente celestial (lo agradable del mundo onírico).
Ricardo Forster (en su ensayo “El viaje profano”) nos cuenta que el hombre jamás ha dejado de soñar: “el hombre moderno ha sido un viajero, un transgresor de fronteras, un buscador de lugares exóticos que ha tratado siempre de dar un paso más en ese intento por rebasar los límites de su propia finitud.” ¿Cómo es ese viaje? “…viaje utopico hacia la promesa fabulosa de una comarca donde las desigualdades humanas quedarían definitivamente arrojadas de la historia, viaje melancólico hacia los mundos perdidos, recorrido poético hacia la tierra de la infancia en medio de la seriedad adulta que todo lo determina.” Entonces, no es necesario un desplazamiento material; “soñamos con viajar por el espacio cósmico: ¿acaso no está en nosotros? Ignoramos las honduras de nuestro propio espíritu. La senda misteriosa va hacia adentro. En nosotros o en ninguna parte se encuentra la eternidad con sus mundos, lo pasado y lo futuro.” (Novalis, en El entusiasmo y la quietud, antología del romanticismo alemán, edición de Antoni Mari, pp. 147-148) ¿Para qué decidimos emprender este itinerario? “…el romántico viaja para sustraerse de una realidad que lo asfixia y que violenta su sed de infinito, viaja como un modo de descubrir regiones ignotas.”
Tres ejemplos de la realidad me permiten dar cuenta de la existencia de lo infernal y ofrecen un panorama suficiente como para justificar el viaje imaginario como medio de escape. En Francia, las personas de bajos recursos se convierten en espigadores que para satisfacer sus necesidades alimentarias recogen aquello que los demás no utilizan y desechan; en el campo frutas y verduras que los productores agrícolas no pueden comercializar, en la ciudad mucha de la mercadería que los supermercados tiran. Yo agregaría el ejemplo análogo que tenemos aquí con la gente que concurre al mercado central para recoger las frutas y verduras que se arrojan en los contenedores. En Argentina también tenemos el fenómeno social de los cartoneros, aquel montoncito de gente desocupada que Marx denominaría el ejército industrial de reserva… Hasta hace poco viajaban en un medio de transporte específico llamado el tren blanco, este servicio ya no existe pero ellos continuan con su recorrido de todos los días, llevando una pesada carreta y revolviendo bolsas de basura para conseguir papel, cartón o diario que seguramente podrán cambiar por unos miserables pesos. Sobre estas personas carga el privilegiado status social de ciruja , lo cual implica aguantarse el menosprecio social de unos cuantos envidiosos que no pueden darse el lujo de cartonear.¡Pobres ricos(Y no tanto) que jamas han conocido los placeres de esforzarse mucho para conseguir poco! ¿Debemos pensar que su mayor desgracia es la de vivir en medio de una incomodidad tortuosa que, como la peor madre castradora, no los deja portarse mal? Hay algunos que se desquitan robando y mintiendo, se llaman políticos…
El último ejemplo es el más contundente de todos, pensemos en todas esas personas que, cada vez que viajamos, encontramos pidiendo monedas en el tren: chicos que vemos sucios y mal alimentados, repartiendo tarjetas a cambio de diez centavos (y sabemos que siempre son explotados por adultos); hombres que aseguran estar enfermos de sida, o que a causa de un accidente han quedado incapacitados para trabajar; mujeres con sus hijos en brazos; ciegos; etc. Espigadores, cartoneros, mendigos, he aquí los protagonistas involuntarios de la pobreza, un itinerario oscuro, lleno de tristezas e infortunio del cual muchas veces no logran salir jamás. Lo desagradable de este problema social nos lleva a buscar en lo imaginario una realidad mejor. Olvidemos por un momento todas las crueldades que la percepción de lo real nos ofrece y adentremonos en las profundidades del sueño, viajemos con los ojos cerrados hacia zonas remotas donde la codicia material, culpable de casi todas nuestras miserias economicas, ya no exista. Sólo así nos libraremos de lo excluyente del mercado y sus reglas.
Ahora es el momento de enfrentar las posibles objeciones a mi fabulosa proposición, se trata de ideas que anteriormente sostuve, pero que terminaron por desilusionarme. Una de ellas consistía en el regreso al estado de Bienestar (Ideado por Keynes) que aseguraba la justicia social y los derechos de todos los ciudadanos. Parecía lo más adecuado para resolver la indigencia, sin embargo, fue pensado como una solucion provisoria para sacar al capitalismo de la crisis del `30 y la decadencia del Welfare State se debio a que creo una expectativa social creciente que termino por quebrar el pacto social que le habia dado origen: los individuos cada vez demandaban a un estado que se burocratizaba e iba perdiendo autoridad. Otra idea que se me ocurría era la posibilidad de lograr políticos más honestos: Weber propuso que gobernasen personas que vivan para la política (esto es, personas dotadas de sentido de la responsabilidad, pasión y mesura, que no hicieran de la empresa política una fuente duradera de ingresos). Debemos recordar que ya este autor señaló los pecados mortales en este terreno: falta de responsabilidasd y ausencia de objetividad, y la vanidad es lo que más lleva al politico a cometer estos pecados. Parece ser que ninguno de nuestros queridos y honestos politicos (recordemos algunos: Menem, De la Rúa y Felisa Miceli) ha sabido entender a este olvidado autor.¿Se lo recordamos? Weber habló de gente que viva PARA la política, ¡no DE ella! Lamentablemente, lo único que resultó ser racional e imperecedero es el capitalismo pues históricamente ha atravesado tres crisis, y siempre ha salido triunfante (actualmente se sostiene con una ideología que ha dominado en todo el mundo: el neoliberalismo). Por eso prefiero la utopia del viaje a traves de los sueños a modo de resistencia contra esta realidad.
La tercera y ultima de las objeciones que podría refutar mi fantasiosa idea se resume en la siguiente pregunta: ¿y las pesadillas? Debo reconocer que de chica desperté varias veces en medio de la noche, asustad por pesadillas que me persiguieron a lo largo de mi infancia; asi como Borges soñó con el infierno, nosotros también podemos encontrarnos con lo desagradable mientras estamos durmiendo. No olvidemos, sin embargo, lo que dijo Alberto Giordano(en su ensayo “Borges ensayista: avatares de la lectura”): Borges despertó de su infierno soñado para encontrarse con otro; “la prolijidad demoníaca de lo real.” Además, los malos sueños suceden por la influencia de nuestros propios temores y preocupaciones de que algo malo suceda, esto también influye en ese terreno simbólico que constituye lo onírico, terreno sobre el cual no tenemos control.
Aunque el escape de una realidad que no nos gusta hacia “el país de los celestiales sueños” suene exagerado, infantil o irracional, yo voy a seguir sosteniendo esta posición. Acepto todas las críticas a condición de que aparezca otra solución de nuestra inofensiva y angelical realidad, y que de una vez por todas nos permita vivir a todos de manera justa, digna e igual. Me despido de este ensayo con una reflexión de Ricardo Forster: “regresar al origen, tal vez ese sea el modelo de todo viaje, el verdadero sentido del itinerario romántico; buscar el paraíso más allá de lo dado, de lo conocido, de una realidad endurecida; desplazarse por la imaginación hacia las comarcas perdidas que simbolizan el origen y el punto de llegada.” PEQUEÑA ADVERTENCIA: tenemos capacidad simbólica imaginativa; usémosla, pero no sólo para disfrutar irresponsablemente. Tal vez viajando hacia lo más profundo de nuestros pensamientos y deseos podamos encontrar la inspiración creativa que nos ayude a transformar la realidad; así como muchos de los más respetados intelectuales teóricos lo han intentado, nosotros también podemos.

Cristina Chinchi García

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